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Egipto > Baja Época

Baja Época (664-332 a. C.)
 

La llamada Baja Época corresponde a las dinastías XXVI, durante la cual se produce el renacimiento saíta (664-525 a. C.); la XXVII, compuesta por los grandes reyes persas (525-404 a. C.); tres dinastías de corta duración con faraones egipcios que recuperan la independencia (404-343 a. C.); y la Segunda Ocupación persa (343-332 a. C.).

 

Período Saíta: Dinastía XXVI (664-525 a. C.)

 

La última tentativa de mantener a Egipto como un Estado independiente fue llevada a cabo por los príncipes saítas, también de origen libio, que dominaron esta ciudad durante varias generaciones. La reunificación saíta de Egipto a mediados de 650 a. C. invirtió una larga tendencia, que había estado salpicada por momentos de ocupación extranjera.

 

El mérito de la reunificación de Egipto hay que concedérselo a Psamético o Psamtek I (664-610) el cual consiguió fundar la dinastía XXVI (664-526), conocida con el nombre de “saíta”, debido a que la capital fue establecida en Sais. En 660 a. C. Psamtek controlaba todo el delta y desde esta potente base militar se apoderó del resto del país, lo que consiguió en 656 a. C., gracias en parte al uso de la diplomacia.

Con este monarca aparecieron en el ejército egipcio los mercenarios griegos, jonios y carios. El país se asomaba entonces a una nueva realidad geopolítica y se enriquecía con nuevas influencias culturales, especialmente griegas. Pero esta apertura estuvo compensada con la gran atención que el soberano prestó a la cultura tradicional egipcia, de la que retomó los modelos artísticos, literarios y religiosos.

El sucesor de Psamtek, su hijo Necao II (610-595), continuó con la política de su padre. Parece que el país goza de una cierta prosperidad, aunque el dominio político en Asia había concluido. No obstante, se reanudaron las relaciones comerciales con los países vecinos y se afianzaron los contactos con el Egeo y Asia Menor.

La realidad social en esta época había cambiado sustancialmente. El apoyo a la realeza ya no radicaba en grupos autóctonos, sino en elementos extranjeros (aristocracia militar de origen libio, mercenarios de origen griego); en el norte se habían instalado colonias griegas (Cirene y Naucratis); los comerciantes minorasiáticos y fenicios se habían establecido en las ciudades del Delta. Por tanto, el control militar, económico y político del Estado estaba en manos extranjeras.

 

En el 525 a. C., Cambises, rey persa, penetró con su ejército en el Delta y derrotó a Psamético III (526-525 .c.), conquistando así para el Imperio persa, el reino de los faraones egipcios. 

Reyes persas. Dinastía XXVII (525-404 a. C.)

 

Los soberanos persas se autotitularon también faraones del país y configuraron una nueva dinastía, la XXVII (525-404). Los reyes de esta dinastía son: Cambises, Darío I, Jerjes, Artajerjes. Esta dinastía controló Egipto como una provincia del extenso Imperio Persa. Hubo varias revueltas de los egipcios durante los períodos persas, y los dos siglos siguientes vieron largas épocas de dominación con cortos paréntesis de insurrección local.

 

Pero, según la impresión dada por las fuentes, parece ser que el régimen persa en Egipto estuvo lejos de ser opresivo y que en general los egipcios consiguieron aceptarlo. No obstante, hay que tener en cuenta, que aunque el gran rey podía presentarse como faraón, se trata de un señor absentista asentado en Irán, que no podía dejar de ser visto como un faraón simbólico. Por otro lado, muchos dinastas locales mantenían sus ambiciones de gobernar el país, acechando cualquier oportunidad de conseguir la independencia egipcia, y así sus propias ambiciones.

 

Faraones egipcios. Recuperación de la independencia (404-343 a. C.)

 

Esta época se presenta como dominada por dos aspectos recurrentes: inestabilidad en el interior y en el exterior el espectro del poder persa.

Egipto se mantenía con aparente tranquilidad hasta el año 405 a. C., cuando un tal Amirteo es nombrado faraón , dando fin a la dinastía persa. El fundador de la Dinastía XXVIII, e la que es el único faraón, tuvo la habilidad de aglutinar a su alrededor todos los intereses antipersas y aprovechó la guerra fratricida entre Artajerjes y Ciro para independizarse. A los seis años de su asecensión, muerte Amirteo y la nueva dinastía, la XXIX, fundada por Neferites I, intentó participar en la política internacional, sin éxito, lo que hizo que se replegara en su propio país, donde realizó importantes obras constructivas. De los siguientes faraones de esta dinastía poca información se posee. Neferites II será su último representante, el cual será derrocado por Nectanebo I en el año 378, el cual inaugura la última dinastía canónica, la Dinastía XXX.

Nectanebo I (380-362 a. C.) se proclamó rey y empezó a organizar la defensa del país del ataque persa, que se produjo en 373 a. C. Al principio el ejército persa invade Egipto y se apodera de Menfis. Pero más tarde, Nectanebo consigue derrotar a los persas aprovechando la crecida del Nilo, que transforma el delta en una ciénaga.

Cinco años antes de su muerte asocia al poder a su hijo Teos, que desde la corregencia reanudó los lazos de amistad con los griegos, deteriorados en el reinado de su padre. Teos se convierte en aliado de los griegos, en especial del rey espartano Agesilao, con quien junto a un grupo de mercenarios planearon juntos la guerra contras Persia. Pero las disenciones internas lo condujeron al fracaso. El faraón hubo de huir a Persia, mientras su sobrino, Nectanebo II, regresaba a Egipto apoyado por Agesilao, para convertirse en faraón.

 

Cabeza atribuida a Nectanebo I (380-362 a. C.) Fundador de la Dinastía XXX, última de las dinastías canónicas, las establecidas por Manetón

Nectanebo I

Nectanebo II (359-343 a. C.) A su llegada encuentra una inesperada resistencia que se vio obligado a reprimir violentamente. Establecido con firmeza el poder, reorganizó el estado, pero no tuvo tiempo de atisbar sus frutos, pues en el 343 a. C. el rey Artajerjes III, al frente del mayor ejército de la época, ocupó el Delta. Nectanebo se retió al sur, donde aún pudo gobernar algún tiempo; después el silencio se apodera el último representante de los faraones indígenas, el último faraón del Egipto independiente. Egipto volvía a quedar integrado en el espacio territorial persa como satrapía.

 

Con la llegada de Alejandro Magno en 332 a. C., se puso fin al Segundo período persa y da comienzao el Egipto ptolemaico.  

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