Antiguas Civilizaciones
Grecia > Esparta
Penísula del Peloponeso separada del continente por el istmo de Corinto. Su nombre proviene del héroe mitológico griego Pélope que parece ser conquistó la región. Dentro del Peloponeso se encuentra Laconia cuya ciudad Esparta fue la mayor potencia de toda la península.
Los diversos grupos dorios que penetraron en Grecia tenían, como el resto de las comunidades griegas, una estructura constitucional básica con la típica asamblea de guerreros y el consejo de ancianos (gerousía). Los dorios de Esparta llegaron a “Lacedemonia” antes del 1000 a. C., aprovechando el vacío de poder dejado por las destrucciones sufridas a partir del 1200 a. C. y reclamando las tierras como herederos de los Heraclidas, que anteriormente habían sido expulsados de ellas.
La dominación de la región por los espartanos fue resultado de un lento proceso de conquista, que estuvo acompañado de una serie de luchas internas y externas.
Durante ese tiempo, los espartanos se dotaron de una nueva forma de organización social y territorial: las obai (aldeas). Los dorios que ocuparon Laconia vivían en aldeas independientes. Cuatro de estas aldeas: Picana, Limnas, Conoura y Mesoa, asociadas por sinecismo, constituyeron al final del s. XI a. C. la ciudad de Esparta. Un poco más tarde, a finales del s. VIII a. C. los espartanos, bajo el mando de su rey Teleclos, lograron conquistar la aldea-fortaleza de Amiclas e incorporarla como quinta aldea al estado espartano.
La agrupación de estas aldeas fue una asociación política y no física. No fue una “ciudad” en estricto sentido, pues las aldeas retuvieron el aspecto físico que tenían. Con la reunión de las cinco óbai (aldeas), Esparta comenzó la conquista de otras aldeas y asentamientos de Laconia, cuya ocupación parece que acabó a mediados del s. VIII a. C. Los habitantes de estos asentamientos fueron reducidos a la condición de periecos y los asentamientos gozaron de autonomía administrativa.
El origen del hermetismo de Esparta
Esparta parece haberse formado pronto como una polis mediante el sinecismo o unión de cinco aldeas, pero nunca contó con un verdadero núcleo urbano digno de ese nombre; al contrario que otras polis, carecía de murallas, y sus guerreros se jactaban de basarse ellos mismos de defender la ciudad.
En la raíz de la singularidad espartana se encuentran las guerras contra Mesenia. Mientras las demás polis intentaban solucionar su stenechoria (falta de tierras) mediante la fundación de colonias, Esparta decidió conquistar las tierras de Mesenia, su polis vecina. La primera guerra (735-715 a. C.) tuvo como última consecuencia la reducción de los mesenios a la categoría de ilotas o siervos de los espartanos. La segunda (669-657 a. C.), supuso una auténtica sublevación de los vencidos, una revancha de los mesenios que dio lugar a una cruel y prolongada guerra.
El resultado de las guerras mesenias propiciaron importantes cambios políticos y sociales; el principal fue que los ciudadanos militarizados pudieron dedicarse activamente a las actividades marciales, mientras la tierra era trabajada por los ilotas. Se consolidó, pues, una sociedad militarista e igualitaria (entre los ciudadanos), en la que el hierro era utilizado como sistema de intercambio. Por lo demás, la economía, basada en la agricultura y la ganadería, estaba orientada a reducir al mínimo necesario la artesanía y el comercio, prescindiendo de productos suntuosos u ornamentales.
Las nuevas conquistas y el reparto de las tierras ente sus ciudadanos hicieron de Esparta el estado más próspero de Grecia y con mayor número de ciudadanos capaces para la guerra. Fue un estado abierto al mundo griego, que protegía las artes y las letras. Pero diversos aprietos en la Segunda Guerra Mesenia harán que Esparta se encierre en sí misma, imponiéndose un duro sistema político militarista, de forma que solo tendrá contactos con el exterior para defender su integridad y su forma de vida si las cree amenazadas. A partir de este momento, el crecimiento político del Estado se produjo a través de alianzas.
A finales del s. VI a. C. Esparta había conseguido la hegemonía sobre el Peloponeso, tras haber suscrito una serie de tratados de alianza. Se habían vinculado a Esparta: Argos, Micenas, Tirinto, Epidauro, Egina, Corinto, Mégara y Sición y Elide.
Esta Liga Peloponeisa se denominaba oficialmente “los Lacedemonios y sus aliados”. Al principio la iniciativa política la llevaba Esparta, pero desde finales del s. VI a. C. las decisiones se tomaban a través de votación entre los representantes de los grupos aliados. Si alguno de los aliados era atacado por un Estado que no fuera miembro, Esparta estaba comprometida a acudir en su ayuda, pero los miembros de la Liga podían guerrear entre sí, puesto que solo tenían acuerdos bilaterales con Esparta.
Organización social. Los ciudadanos de Esparta
La pertenencia a uno u otro grupo social dependía del nacimiento. Así, en la cúspide se encontraban los espartiatas o ciudadanos, que ostentaban todos los derechos y tenían la obligación de participar en los organismos. Así, los Homoioi (los iguales): son los ciudadanos con todos los derechos. Acceden a la ciudadanía a través de un proceso educativo muy selectivo. A la edad de 30 años, entran en la Asamblea de Ciudadanos (Apella) donde se completa la adquisición de todos los derechos (hasta ese momento le representan familiares o amantes). El espartiata se dedica en exclusividad al oficio de las armas; por las mañanas se dedica al ejercicio físico y por las tardes a las comidas comunales o syssitia. Es aquí donde se manifestará el ideal igualitario y la cohesión entre los miembros de la falange hoplita. Esto reducía la familia a una institución cuyo principal fin era la procreación.
Junto a los espartiatas, se hallaban los periecos (los de alrededor), libres pero no ciudadanos. Aunque privados del derecho de participar en los organismos políticos, podían organizarse entre ellos y tenían derecho también a un lote de tierras y a formar parte del ejército como auxiliares. Sus principales funciones eran las relacionadas con el comercio y la artesanía, trabajos escasos y vedados a los ciudadanos.
El último grupo eran los ilotas, reducido a una situación de servidumbre. Eran propiedad del Estado e iban incluidos en los lotes de tierras que distribuía. Se les imponía un duro trabajo y eran tratados de forma brutal. Su extraordinario número, incrementado tras la conquista de Mesenia, los convertía en un problema potencial; de ahí la necesidad de mantenerlos constantemente amenazados, e incluso de eliminarlos en las criptias o cacerías anuales que celebraban los jóvenes espartiatas. Esta forma presenta dos explicaciones: por un lado la kryteria era como una ceremonia (una prueba de madurez) para los jóvenes espartiatas; y por otro un método de control de los ilotas.
El sistema educativo espartano
La educación militar del espartiata comienza en el instante de su nacimiento, durante el cual una comisión de ancianos determina si el niño es apto o no para formar parte de los iguales. Si el niño no es apto se le sacrifica exponiéndolo en las faldas del Monte Taigeto. Si es apto, solo permanece en el hogar paterno hasta los 7 años, en que pasa a formar parte de unas unidades llamadas “agelai”. A los 12 años pasa a otro grupo en el que poesía, música y ejercicios físicos marcan su educación. A los 18 años, el entrenamiento militar monopoliza su vida y a los 20 alcanza la mayoría de edad ingresando en los syssitia, o comidas comunales, en las que permanecerá mientras viva.
Estas comidas debían ser sufragadas por los comensales, y el no poder hacerlo conllevaba la pérdida del status espartiata. Con ésta institución se busca crear unos lazos entre los integrantes con una proyección militar.
La pervivencia de este complejo sistema tenía su base en un modelo de educación e integración social singular, la llamada agogé, encaminado a crear individuos hábiles y capaces desde el punto de vista físico y a alentar las virtudes del patriotismo y la camaradería entre los compañeros de armas. La austeridad era la norma de vida, y en muchos casos se veían obligados a robar para alimentarse, haciendo así muestra de su capacidad de supervivencia.
La pertenencia a una de estas instituciones era la condición que daba acceso a la plena ciudadanía del estado espartano, y a formar parte, por tanto, del grupo dominante de los Iguales. Cada uno de ellos recibía además una parte de tierra (kleros) por parte del Estado, que constituía su principal fuente de recursos.
Licurgo y la Gran Retra
Los dos acontecimientos decisivos que marcan toda la historia de la Esparta arcaica los atribuye la tradición a la Edad Oscura: la institución de la realeza doble y las reformas de Licurgo, el legendario legislador.
Las fuentes atribuyen a Licurgo el mérito de haber puesto fin a las querellas de los lacedemonios y de haber establecido las instituciones y normas políticas por las que se rigió el estado espartano. Entre esas normas y costumbres se encuentran las que inspiran la peculiar educación espartana.
La comunidad espartana pudo haber nacido en condiciones de igualdad derivadas del reparto equitativo de la tierra entre los primeros habitantes, pero la primera expansión territorial había dado lugar al desarrollo de una aristocracia semejante a la de otros estados griegos de la época. Un reparto no equitativo del botín en las guerras Mesenias habría acentuado la tendencia a la diferenciación social, pero también habría creado un conflicto debido al sacrificio común de los ciudadanos en la nueva forma de lucha.
Es a Licurgo a quien se atribuye todo el orden político y social de los espartanos: la constitución, la división de la tierra en lotes iguales, el sistema educativo y la normativa reguladora de las conductas dentro la sociedad. La “Retra” es el nombre que Licurgo le da a sus leyes y que se data entre los s. X y IX a. C.
Licurgo. Legislador espartano, creador de la Gran Rhetra, constitución que atribuye todo el orden político y social de los espartanos.
Las instituciones espartanas, al igual que el resto de culturas del mundo antiguo, combinan funciones políticas con religiosas. Hay una distribución del poder político entre la Asamblea de ciudadanos, el Consejo de ancianos y unas figuras políticas que podríamos identificar como rey o magistrado militar.
Esparta contaba con dos figuras regias de carácter hereditario y atribuciones militares; un cuerpo de cinco magistrados de mando anual y competencias civiles, denominados éforos; un consejo, la Gerousía, integrado por los dos reyes más 28 ciudadanos ancianos, elegidos con carácter vitalicio; y una asamblea, la Apella, abierta a todos los ciudadanos varones.
Las principales instituciones son:
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Diarquía: formada por dos reyes de dos casas reales independientes que comparten reinado (uno de la familia Agíada y otro de la Europóntida). El cargo es vitalicio y hereditario, pero su poder es limitado. Sus funciones principales son: religiosas y militares (son los jefes del ejército).
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Eforado: está formado por cinco éforos, nombrados por la Apella anualmente. Presiden la Apella y la Gerousía y están presentes en las campañas militares. Reciben a los embajadores y deciden si los escuchará la Apella. Pueden arrestar y multar a los reyes, juzgan materias civiles, preparan los tratados y supervisan a los demás magistrados.
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Gerousía: está compuesta por los diarcas y 28 miembros mayores de 60 años. Su función política es deliberativa y de consejo, aunque su función por excelencia es judicial: conforma los tribunales de justicia.
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Apella: la conforman todos los ciudadanos de pleno derecho y sus reuniones son mensuales. No tienen capacidad de debate, y su única función es la aprobación o no, por aclamación, de los puntos que les proponen aquellos que tienen derecho a la palabra.
La Liga Peloponesia
A finales del s. VI a. C. Esparta había conseguido la hegemonía sobre el Peloponeso, tras haber suscrito una serie de tratados de alianza. Sr habían vinculado a Esparta: Argos, Micenas, Irinto, Epidauro, Trecén, Egina, Corinto, Mégara y Sición y Elide.
La Liga Peloponesia o Alianza Espartana se denominaba oficialmente "los Lacedemonios y sus aliados". AL principio se cree que la iniciarvia en política exterior la llevaba Esparta, pero más tarde las decisiones se tomaban a través de votación entre los representantes de los grupos aliados. Si alguno de los aliados era atacado por un Estado que no lo fuera, Esparta estaa comprometida a acudir en su ayuda, pero los miembros de la Alianza podían guerrear entre sí, puesto que solo tenían acuerdos bilaterales con Esparta.