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Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.)
El afianzamiento del imperio ateniense en el mundo griego suscitó el temor de los espartanos y sus aliados. Esta fue la verdadera causa de la guerra entre Atenas y Esparta, en opinión del historiador griego Tucídides.
Las dos polis más importantes de Grecia, Atenas y Esparta, son las que se enfrentan en esta guerra que durará veintisiete años (431-404 a. C.), y donde el mundo griego se dividió en dos campos irreconciliables. Del lado de Atenas estaba casi todo el Egeo y las ciudades jonias. En el bando espartano militaban casi todo el Peloponeso, una buena parte de Beocia y del mundo griego de Occidente.
Atenas controlaba un verdadero imperio, pero se había convertido a lo largo de toda la primera parte del s. V a. C. en una democracia radical, una ciudad abierta y cosmopolita, que se había situado en la cúspide cultural. Por el contrario, Esparta se hallaba a la cabeza de una liga de estados desiguales y sometidos a graves presiones internas a causa de los componentes étnicos heterogéneos que constituían su población. La propia Esparta vivió siempre en medio del temor de que se produjera una rebelión generalizada de sus súbditos, tanto ilotas como mesenios.
También existía un sistema político muy diferente: Atenas democrático, Esparta oligárquico.
Causas de la guerra
Atenas había empezado a inmiscuirse en Occidente llevando a cabo alianzas con ciudades no dorias como Regio y Leontini y había interferido de forma clara en el imperio colonial de Corinto, afectando a sus intereses en el Adriático.
La actitud y las medidas adoptadas por Atenas no hicieron más que aumentar la tensión. En el año 433 a. C. intervino en una disputa entre Corcira y Epidamno, ambas colonias de Corinto, ayudando a la primera de ellas. En esos mismos momentos obligó a Potidea, otras de las colonias corintias, a despedir a los magistrados corintios existentes en la ciudad y a destruir sus murallas. Por último, surgieron dos conflictos vecinales con la isla de Egina, cuya autonomía se había violado, y con la ciudad de Mégara, sobre la que impusieron unos duros decretos comerciales que le cerraban toda salida exterior, causándole un grave perjuicio económico. Esta escalada ateniense no podía quedar sin respuestas armada y el conflicto estalló de forma abierta y declarada en el año 431 poniendo frente a frente a todo el mundo griego, ya que ambos contendientes principales, tanto Atenas como Esparta, controlaban los destinos y el poder de decisión de otros estados que se hallaban dentro de sus respectivas esferas de influencia y dominio. Corcira, Corinto y Mégara no fueron más que pequeños incidentes que sirvieron de excusa para iniciar el conflicto, el cual parece que fue deseado por ambas partes.
Estrategias: Espartana y Ateniense
En virtud del sistema de alianzas, la Guerra del Peloponeso se perfiló como un conflicto entre dos grandes confederaciones, y ambas ligas se hallaban equilibradas en cuanto al número de estados que las componían y a sus fuerzas.
La Liga Lacedemonia poseía la superioriedad por tierra, ya que disponían de un potente ejército cuya base era su infantería. Por su parte, la Alianza Ateniense presentaba la ventaja de poseer mayor número y movilidad de las bases de operaciones. El dominio de los mares estaba en poder de Atenas, que contaba una poderosa flota y tenía la mayor parte del Egeo a su disposición.
La primera fase del conflicto recibe el título de Guerra Arquidámica por el nombre del rey espartano, Arquídamo, que dirigió la invasión del Ática, que abarca el período comprendido entre el 431 a. C. (ataque de Platea) y el 421 a. C. (Paz de Nicias).
La táctica de Pericles frente a la guerra fue, sin duda, la conservación de su hegemonía marítima. Consciente de la superioridad espartana por tierra, hizo que la población del Ática se concentrara tras las murallas de Atenas, que tenía asegurado el abastecimiento gracias a los largos muros que la unían con su puerto del Pireo. De esta forma, cada año los espartanos invadían el territorio ateniense y devastaban las cosechas.
El gran acontecimiento de los primeros años de guerra fue la propagación de una terrible epidemia de peste en la ciudad de Atenas, que diezmó de modo considerable a su población y minó la moral de sus gentes. El hacinamiento producido por la avalancha de gentes procedentes de todos los puntos del Ática fue uno de los factores que facilitaron la propagación de la epidemia. En el año 429 a. C. Pericles muere víctima de la peste, después de haber presenciado la muerte de sus dos hijos, Páralo y Jantipo.
A los males causados por la peste se vinieron a sumar otros reveses en el terreno militar. Platea, una de las ciudades beocias aliada de Atenas, sucumbió ante Tebas sin que los atenienses pudieran acudir en su ayuda, y se produjo una rebelión entre los aliados, estaba vez en la ciudad de Mitilene, en la isla de Lesbos. Atenas llevó a cabo una dura represión y puso así de manifiesto su verdadero carácter imperialista sobre sus aparentes aliados. Esparta, por otro lado, intentó cortar la ruta hacia el norte del Egeo y estableció una colonia al sur de Tesalia, en Heraclea de Tráquide, en el 426 a. C. las alternativas se sucedían de uno a otro bando.
Demóstenes, uno de los generales atenienses, consiguió tomar Pilos y capturar a unos 400 espartanos. El hecho causó una gran alarma en Esparta, no solo por verse mermado el reducido colectivo de los verdaderos espartiatas, sino que implica también un riesgo creciente que podía alentar una nueva insurrección de la población servil y de los mesenios. Los atenienses también tomaron la isla de Citera, próxima a la costa espartana. Por parte de Esparta, el general espartano Brásidas, capturó importantes plazas de la costa norte del Egeo que suponían una importante pérdida para los recursos atenienses.
Nicias y Cleón: sucesores de Pericles
Tras la desaparición de Pericles, el liderazgo ateniense había estado alternativamente en manos de hombres de facciones contrarias, como las que dirigían Cleón y Nicias. Cleón se mostró partidario de la continuación de las hostilidades. Miembro del Consejo, poseía experiencia militar y creía en la continuidad de la guerra, cuya victoria final recompensaría cualquier sacrificio. Estas ideas duras y violentas apasionaban el auditorio de la Asamblea.
Nicias, elegido estratega junto a Pericles, poseía una gran fortuna y su conducta se distinguía por la prudencia y la aplicación concienzuda a las funciones públicas. Representa a aquellos patriotas que no aspirar a ampliar el poderío de Atenas, que se mantienen fieles al pensamiento de Pericles y que buscan una pronta paz con Esparta.
En el año 422 a. C. Cleón dirigió sus ataques hacia Anfípolis donde le llevó al enfretamiento directo con Brasidas en el que perecieron ambos. La muerte de estos personajes, de carácter violento, fue una circunstancia que favoreció la posibilidad de llegar a la paz. Así pues, la batalla de Anfípolis se convirtió en el último combate de la guerra Arquidámica.
Así se llega a la firma de la Paz de Nicias (421 a. C.) entre Nicias y el rey Plistoanacte de Esparta, con una duración de 50 años. El tratado, transcrito por Tucídides, contemplaba dos obligaciones: devolución de las ciudades conquistadas, que regresaban al dominio de la liga en que estuvieran, y en segundo lugar, se procedía al intercambio de todos los prisioneros.
Alcibíades, el nuevo strategos ateniense
Pero la paz se había asentado sobre bases débiles y coyunturales. Además, para Atenas su verdadero sustento era la guerra, el dominio y la agresividad. En la nobleza ática se había creado la necesidad de acción, tanto militar como política, como base de la promoción social. La paz impide que estos individuos alcancen sus aspiraciones. Éstas son las circunstancias en las que aparece Alcibíades, joven aristócrata, movido por motivos personales, pero que coinciden con los del pueblo.
Alcibíades es un personaje curioso, que representaba el espíritu de los nuevos tiempos. Era cínico y descreído y pronto adquirió un gran carisma y prestigio entre los ateniense, lo que debía contribuir, sin duda, su condición de vencedor en los Juegos Olímpicos del 416 a. C. Fue el propulsor de una política de continua expansión territorial y uno de los adalides de la expedición contra Sicilia (415). Los preparativos para la expedición fueron considerables, pero no pudo tener un comienzo peor. Alcibíades es acusado de profanar un templo y se le pide que vuelva a Atenas para declarar ante la Asamblea. Pero decide desertar y solicita amparo en Esparta, que con su información consiguen derrotar a las tropas atenienses en Siracusa y destruir su infraestructura militar.
Alcibíades (450-404 a. C.) Elegido estratega, fue jefe de la corriente política favorable al conflicto con Esparta. Después de desertar tras un conflicto y refugiarse en Esparta, regresa a Atenas en el 408 y es nombrado hegemón autokrator. Tras ser derrotada Atenas en el 404 se refugia en Frigia donde morirá asesinado.
Esparta por su parte, reforzó sus posiciones con la ayuda financiera del rey persa Ciro. Pudo reconstruir de esta forma la flota, que bajo el mando de Lisandro consiguió la victoria decisiva en Egospótamos (405). El imperio marítimo ateniense se hundió así de forma definitiva y la derrota final solo era cuestión de tiempo. Lisandro invadió el Ática, y tras unos meses de resistencia, la ciudad se vio obligada a capitular en el 404 a. C. A pesar de las intenciones tebanas y corintias de destruir la ciudad, Esparta desempeñó un papel moderador y permitió la supervivencia de Atenas. En cambio se la obligó a demoler sus fortificaciones, y a renunciar a todas sus posesiones más allá del Ática. Con la entrega de su flota y su alianza forzada con Esparta, Atenas concluía un período de esplendor que se había iniciado a finales de la época arcaica.
En estas circunstancias triunfó el régimen de los Treinta, encabezado por Critias, el representante de la oligarquía más radical. Este sistema fue apoyado por Esparta, que hizo que se eligieran a treinta hombres para ponerse al frente de la "politeia". Pero en el año 403 a. C. se restaura de nuevo la democracia en Atenas.
Pero también Esparta empezó a tambalearse: la corrupción hizo mella entre los vencedores, los espartiatas eran ya pocos, y en el interior de Laconia la lucha social conoció límites insólitos.
A pesar del desastre de Sicilia, las fuerzas atenienses no se sintieron derrotadas y consiguieron importantes éxitos en los años siguientes. Tras superar un golpe oligárquico, en el 411, los atenienses reconstruyeron su flota. Pero Atenas sabe que necesita a Alcibíades para reestructurarse militarmente, así que le piden que vuelva a Atenas. El regreso se produce en el 408 y recibe el título de hegemón autokrátor . Se hace con el control de la flota ateniense en la isla de Samos, derrota a dos flotas espartanas y reconquista varias colonias.