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III DINASTÍA DE UR o Renacimiento Sumerio (2110 - 2004 a. C.)
Tras la desaparición del Imperio acadio, los qutu (guteos), un pueblo bárbaro conocido por "los dragones de las montañas", lograron establecer un dominio parcial en el sur mesopotámico durante unos noventa años, pero no consiguieron mantener la unidad del territorio bajo su control, de manera que solo ejercieron un poder nominal sobre comunidades que cada vez actuaban con mayor autonomía. La nueva etapa abarcó del 2110-2004 a. C. y se caracterizó por la rápida alternancia de fuerzas políticas disgregadoras y unificadoras, así como por la continuidad de las estructuras administrativas y económicas del Imperio acadio, salvo algún caso aislado de vuelta al antiguo concepto de ciudad-templo (como Lagash).
Los sumerios, que habían colaborado con los qutu en la caída de los acadios y que después los expulsaron, volvieron a sus tradicionales formas políticas centrífugas que hacían de sus ciudades el centro autónomo de sus intereses. Pero una de esas ciudades, Ur, con una perfecta simbiosis de lo sumerio y lo acadio, lograría retomar la idea imperial, volviendo a hacer de Mesopotamia un todo unitario. Se abre un largo período de paz y de prosperidad económica que permitieron que todo lo sumerio renaciera: Lagash, Uruk y Ur fueron los artífices de tal renacimiento.
La II Dinastía de Lagash
Lagash había estado gobernada, durante el Imperio Acadio, por príncipes locales dependientes del poder central. Estos soberanos jamás se atribuyeron el título de rey, sino el de ensi o gobernador.
El más significativo ensi de Lagash fue Gudea (2144-2123 a. C.) que ha pasado a la Historia como el prototipo de príncipe piadoso, justo, sabio y perfecto.
Gudea estuvo en el trono veinte años y fue un buen gobernante y mejor administrador, alcanzando Lagash, y por extensión todo Sumer, su más alto nivel en el campo de las artes y de la literatura.
Su reinado fue pacífico, no conociéndose ningún enfrentamiento con los qutu, que en teoría dominaban el país y con los cuales hubo de pactar. Realizó también una serie de reformas administrativas (pesos y medidas, reajuste de calendario) y legislativas (protección de las gentes desfavorecidas).
Las ganancias obtenidas por su actividad económica y comercial efectuada por puntos de la India, Elam, Asiria, Siria y Capadocia se invirtieron en embellecer Girsu, la capital del Estado de Lagash, y en la construcción del Eninnu, templo del dios Ningirsu de la ciudad de Lagash.
La importancia de este ensi se plasmó en la elevación de su figura a la categoría de dios, recibiendo culto. También la literatura le acogió en sus himnos y poemas didácticos.
Estatua de Gudea de Lagash
(2144-2124 a. C.), procedente de Girsu, diorita
Tras Gudea, su hijo Ur-Ningirsu (2123-2118 a. C.) tuvo el mando de Lagash, durante el cual prosiguió la prosperidad de la ciudad, gracias a las pautas socio-económicas anteriores, y también porque los qutu habían sido expulsados del país por el ensi de Uruk, Utukhegal.
A su muerte le sucede su hijo Pirigme (2117-2115 a. C.). En este momento Lagash empieza a debilitarse, sobre todo por la recuperación de la ciudad-estado de Uruk, de la cual Utukhegal era el líder indiscutible.
La V Dinastía de Uruk
En Uruk, su rey Utukhegal (2123-2113 a. C.) había sabido aglutinar en torno a su persona las fuerzas sumerias, y se enfrentó en batalla contras los invasores obteniendo una aplastante victoria, haciendo desparecer por completo el dominio guteo. Aprovechó esta victoria para extender la hegemonía de Uruk por la baja Mesopotamia. Pero Utukhegal vio como en sus dos últimos años de gobierno, el ensi de Ur, Ur-Nammu, que gobernaba la ciudad en su nombre se proclamaba independiente desde Ur, e incluso se lanzaba contra él, desplazándole finalmente del poder y convirtiéndose en el fundador de una nueva dinastía y de un nuevo imperio.
Parte superior de la Estela de Ur-nammu (2112-2095 a. C.) fundador del Imperio de la III Dinastía de Ur. Período neosumerio.
La III Dinastía de Ur
Ur-Nammu (2112-2095 a. C.), era el shagina (gobernador militar) de Utukhegal, el cual había sido enviado a Ur para controlarla, pero luego desde ella, se sublevaría contra su legítimo rey.
La causa de esta sublevación habría sido la resolución de un contencioso entre Lagash y Ur que Utukhegal, como titular de la soberanía sumeria, hubo de dirimir en favor de la primera ciudad, negándosela a su propio shagina, situado en Ur. Esa decisión sería la que impulsó a Ur-nammu a rebelarse contra Utukhegal y a declararse independiente. Surgía el Imperio de la III Dinastía de Ur, con el que se puso fin a la tradición de autonomía de las ciudades mesopotámicas. A partir de este momento, y durante un siglo de su existencia, la centralización política y económica y la integración territorial se impusieron sobre la Mesopotamia centro-meridional.
Ur-Nammu ocupó Lagash, tras haber ejecutado al último ensi de su II Dinastía, Nammakhani. Luego ocuparía Uruk. Se trasladará la capital de Uruk a Ur.
Ur-nammu sacará adelante un programa de organización estatal basado en la centralización de los recursos administrativos y productivos; destituye a los dinastas locales para poner funcionarios centrales, promulga un código de leyes, unifica los pesos y las medidas, y crea un catastro general del reino con fincas medidas y delimitadas por mojones. Asimismo, levantó magníficas construcciones religiosas en el área del templo de Nannar y Ningal, destacando la gran torre escalonada Etemenninguru, y restauró y construyó canales, necesarios para la agricultura y para el comercio del país, pues servían como vías de comunicación.
Su reinado fue una época de gran prosperidad económica, estabilidad política y fuerte organización burocrática.
Le sucedió su hijo Shulgi (2094-2047 a. C.) como un monarca absoluto que adoptó el título de "Rey de las Cuatro Zonas del Mundo" (las cuatro regiones principales que se conocían en Mesopotamia durante el III milenio) y el de "Rey de Summer y Acad".
Sus primeros años de reinado estuvieron dedicados al culto y a sus obligaciones de restauración de santuarios, la reforma de pesos y medidas o la reorganización del ejército, pero a partir del año 19, comienzan las noticias sobre movilizaciones y guerras. Estas campañas se sitúan al norte y noroeste del reino, en las zonas de presión de los hurritas y de los antiguos invasores de Mesopotamia, los qutu.
Shulgi fue el rey más significativo de esta dinastía por su largo reinado (48 años). Falleció en un enfrentamiento contra una coalición de enemigos en las montañas del Kurdistán.
Su hijo y sucesor será Amar-sin (2046-2038 a. C.) el cual tuvo un reinado pacífico y centrado en el fortalecimiento económico del país de Sumer. Le sucede Shu-sin (2038-2030 a. C.) Durante su reinado se siguieron llevando a cabo ataques contra los nómadas de los Zagros, en los límites orientales del imperio, a los que hubo que sumar una mayor presión de los amorreos de los desiertos occidentales. Para frenar a estos últimos, ordenó la construcción de un sistema de fortificaciones de 270 km de largo.
Ibbi-Sin (2029-2006 a. C.) sucedió a su hermano Shu-sin y fue el último rey de Sumeria y Acad de la III dinastía de Ur. Durante su reinado tuvo que enfrentarse a las oleadas de los nómadas amorreos del desierto de Arabia que sobrepasaron el sistema de fortificaciones ideado por su predecesor. La invasión de los martu (amorreos) aisló a Ur y la sumió en el hambre y la miseria, lo que provocó el abandono general de los gobernadores de provincias, que tuvieron que defenderse solos. La desintegración permite al gobernador de Isin, Ishbi-Erra declarar su independencia y fundar una dinastía propia con centro en Isin. Quedó pues el reino dividido entre dos dinastías: Ibbi-sin en Ur e Ishbi-Erra en la mayor parte del país.
Quince años más tarde, una coalición de los elamitas, que habían sido sometidos por Shulgi, con otros habitantes de Zagros derrota en el 2003 a .C. a Ibbi-sin y lo apresan. Aquí acaba la historia de la III Dinastía de Ur, y Ishbi-Erra quedará como único rey de todo Sumer con Isin como capital.
Se cerraba así un nuevo ciclo en la historia mesopotámica, que dejaba paso a un periodo confuso, en el que de nuevo los reinos independientes de las ciudades luchaban por imponer su hegemonía: Isin y Larsa, primero, y Babilonia y Asiria, después, protagonizarán nuevas tentativas imperialistas ya al comienzo del II milenio a. C.. Es una etapa caracterizada por la crisis de las ciudades y el fraccionamiento político.
El Estado de Ur III
El Imperio de Ur III presenta novedades desde el punto de vista de la organizacón, pues al frente de las ciudades se colocan funcionarios, que ponen fin a las dinastías locales, configurando así un Imperio constituido por provincias, frente a los imperios precedenres que en gran medida no eran más que impresionantes redes comerciales.
El rey tiene el poder absoluto y participa de una divinización atenuada, según la cual no forma parte de los dioses pero es el dispensador de gracias divinas. El rey tenía a su lado un alto funcionario, el sukal-maj (gran visir).
Las provincias estaban regidas por un ensi, nombrado por el rey. Este administraba justicia en su nombre. Las circunscripciones menores o distritos eran administrados por el rabianum (alcalde).
El Estado en esta época ha sido caracterizado como "un socialismo patriarcal de estado". El individuo está completamente integrado en la sociedad y en su nivel de civilización.
Los monarcas de esta dinastía asumieron la tradición sumerio-acadia: gobernaron un estado centralizado, desempeñando un importante papel político y religioso. El templo recuperó su protagonismo y la tipología que gozó de mayor tradición en la cultura de Mesopotamia fue el zigurat.
El templo sigue teniendo importancia tanto en la vida de la ciudad, como en el terreno político, social y económico. La religión es un asunto de estado y más del rey, encargado de procurar la protección de los dioses y de hacerse cargo de la dotación de templos en todas las ciudades donde reinaba.
Durante esta época se incrementan las obras públicas, tanto las destinadas a infraestructuras productivas (canales), como las suntuarias o propagandísticas. Es ahora cuando se construyen los primeros zigurats, las conocidas torres escalonadas en cuya cúspide se erige el santuario del dios principal.
Figurilla de fundación del rey Ur-nammu,
portando en la cabeza un gran cesto, de los que se usaban para cargar el material de construcción.
Procedente de Nippur, templo del dios Enlil.
bronce, 33 cm.
Museo Nacional de Irak. Bagdad
La actividad constructora del rey tiene aspectos ideológicos y teológicos de gran alcance, orientados a legitimar la soberanía con la aprobación divina pero también con el reconocimiento, en el mundo humano, de la virtud de aquel que renueva la obra de los dioses creadores.
Las figuritas de fundación tuvieron una gran difusión en este momento. El soberano de Ur alardea de sus edificaciones con los clavos de fundación y figurillas, que por un lado certifican la ejecución correcta de los ritos de construcción y protegen el edificio, y además difunden la imagen del "rey constructor".
Un rasgo característicos de ésta época y que se va a mantener durante todo el período Paleobabilónico es el decrecimiento de las aldeas rurales, en beneficio del hábitat en ciudades, que incrementa el número de mano de obra asalariada y disminuyen los campesinos propietarios.