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Mesopotamia > Imperio Antiguo asirio

Imperio Antiguo asirio o paleoasirio (1813-1393 a. C.)

La influencia de los estados meridionales, primero Akkad y sobre todo Ur III (que situó un ensi en Assur), propició la unidad política de estas tierras y el comienzo, a inicios del II milenio a. C., de su propia historia política.

Los intereses contrapuestos entre los defensores de mantener ciertos modos de vida, y los que buscaban desarrollar las propicias condiciones para el comercio, chocaron frontalmente; éste fue el origen de la monarquía asiria.

 

Desde comienzos del II milenio a. C., Asiria fue regida por una dinastía amorrea, cuyo representante principal, Shamshi-Adad I (1813-1781 a. C.) derrocó a la dinastía originaria y se convirtió en rey de Asiria, adoptando el viejo título asirio de “Lugarteniente del dios Asur”. Controló todo el norte y, al hacerse con la ciudad siria de Mari, situada a orillas del Éufrates, también la ruta comercial que conectaba Mesopotamia con el Mediterráneo. Tenía en su poder ambos ríos, y había reunido en un imperio centralizado toda la Alta Mesopotamia, mientras en el sur Isin, larsa, Uruk y Babilonia se disputaban el control sobre el país meridional.

 

Con el nuevo rey, la ciudad de Assur pierde parte de su protagonismo, pues el centro de gravedad del reino se desplaza hacia la zona de alto Khabur, para garantizar las comunicaciones entre Mesopotamia y Anatolia. Precisamente, las campañas militares de Shamshi-Adad I tienen como finalidad asegurar la fluidez del tráfico comercial; aunque también buscaba la consolidación de las zonas fronterizas. Sus éxitos militares hicieron de Asiria la máxima potencia de su época.

     Shamshi-Adad I aportó un nuevo sistema de mantenimiento del imperio basado en su organización administrativa: confió el gobierno de los núcleos conflictivos como Mari y Ekallatum a sus hijos Isamakhadad e Ishmedagan, respectivamente; reforzó el ejército estableciendo tropas permanentes de guarnición en las ciudades ocupadas; aumentó la administración central y reorganizó el imperio en distritos regionales, confiados a funcionarios reales.

Pero el “imperio de Shamshi-Adad I”, quien se había proclamado “rey de la totalidad”, apenas había sobrevivido a su creador.  

               

Sus sucesores se vieron sometidos a las influencias de Babilonia, los cuales ocuparon Asiria en la época de Hammurabi, y a la presión de los hurritas, un pueblo de origen indoeuropeo infiltrado en Mesopotamia, que a mediados del s. XV a. C. había formado un poderoso Estado, el de Mitanni (Khanigalbat, para los asirios), en la parte septentrional del país y cuyo dominio territorial abarcó desde el Mediterráneo hasta los Zagros.                  

 

Aunque Asiria mantuvo su dinastía durante dos siglos desde Shamshi-Adad III (1564-1548) hasta Assur-uballit I (1365-1330), sus reyes fueron vasallos de Mitanni y no consiguieron liberarse del control del poderoso estado hurrita. Con éste último rey comienza el renacimiento de Asiria y el denominado Imperio Medio asirio.

 

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