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Grecia > Filipo de Madedonia

Filipo II de Macedonia y los griegos 
Mapa de Macedonia

Macedonia

 

Aunque los macedonios hablaban una lengua afín al griego, lo cierto es que los griegos genuinos los consideraban bárbaros. Su régimen político era la monarquía, lo que constituía otra diferencia esencial con sus vecinos, y su economía y comercio eran asimismo muy primitivos. Geográficamente, además, se encontraban en los confines del norte de la Grecia continental, más allá de Tesalia, considerada la tierra helena más septentrional.

 

A diferencia de Grecia, era un país de abundantes recursos de todo tipo, desde buenas tierras de cultivo y de pasto, a ricos bosques que producían buena madera. Sin embargo, debido a las condiciones de aislamiento que imponían las formidables barreras geográficas que jalonaban su territorio, como cadenas montañosas y caudalosos ríos, se trataba de un país atrasado con respecto al resto de Grecia, sobre todo a causa de su estructura política, basada en una monarquía semifeudal. La dinastía gobernante, los Argéadas, habían tratado de establecer una vinculación mítica con el mundo griego haciéndose remontar hasta el mismo Heracles. 

La realeza macedónica se basaba en el fortalecimiento de las relaciones aristocráticas dentro de una estructura tribal. Su autoridad era mayor en tiempos de guerra. La sucesión real estaba determinada por la Asamblea, pero dentro de un clan. El rey podía ser juez, sacerdote y jefe militar. 

 

Los diferentes distritos que componían el país estaban gobernados por monarquías tribales. El monarca contaba con el apoyo constante de su compañeros (hetairoi), un selecto grupo de nobles macedonios que se hallaban estrechamente asociados a su persona desde la juventud por la práctica de la guerra, la caza y la bebida en común en los banquetes.

Sin embargo, a la muerte del rey se sucedían los disturbios por la sucesión entre las diferentes ramas de la dinastía o la intromisión de otros aspirantes al trono. La demostración de fuerza y la rápida eliminación de los rivales más directos eran los únicos procedimientos válidos para conservar el poder.

Se trataba básicamente de una sociedad rural sin apenas ciudades, dominada por el hombre, en la que imperaban las tradiciones y costumbres de un pueblo fronterizo cuya supervivencia como comunidad dependía del uso continuado de las armas y de su capacidad de resistencia ante las invasiones de las tribus del norte y del este, especialmente ilirios y tracios. De hecho, Macedonia siempre fue la frontera del mundo griego frente a los bárbaros.

 

       A lo largo del s. V a. C. se produjo el proceso de constitución como estado fuerte bajo la autoridad de monarcas enérgicos, como Alejandro I. Este proceso culminó con la figura de Filipo II, que accedió al poder en el año 356 a. C.

Filipo II de Macedonia

 

Filipo II fue un característico monarca macedonio, pero muy helenizado. Durante su estancia como rehén en Tebas había tenido ocasión de asimilar ciertas habilidades tácticas y había tenido tiempo de aprender los mecanismos y procedimientos políticos que imperaban en el mundo griego. Supo valorar así la enorme importancia que la cultura tenía como instrumento de la acción política, y sin duda, lo llevó luego a la práctica en beneficio propio, haciendo uso tanto de la fuerza como de la diplomacia. 

   Consiguió convertir al ejército en un formidable instrumento de guerra. Impulsó el desarrollo de la caballería, compuesta por la nobleza, y adiestró a la infantería, formada por los campesinos, para combatir dentro de una formación compacta denominada “falange”. Sobre el conjunto del ejército recaía el reparto del botín o la concesión de tierras. De esta forma creó un verdadero ejército nacional, cuyos componentes guardaban fidelidad al monarca. De hecho, toda Macedonia fue dividida en cuatro circunscripciones que debían aportar obligatoriamente los contingentes militares correspondientes.

 

Filipo II de Macedonia

Filipo II, rey de Macedonia (356-336 a. C.) . Padre de Alejandro Magno, fue el creador de la falange macedonia, convirtiendo a su ejército en uno de los mejores de la época. 

Hay que decir que el país contaba con recursos considerables, tanto humanos (se calcula que su población debió llegar al millón de habitantes) como financieros, gracias a las rentas que el proporcionaban las minas del Pangeo en Tracia o el control de las aduanas sobre toda la región del norte del Egeo.

 

En un principio, Filipo II incorporó a su reino las ciudades costeras sobre las que Atenas mantenía cierta tutela; más tarde conquistó la zona minera del Pangeo, rica en oro, y otras incursiones en pueblos vecinos le hicieron dueño de una amplia región. Al sur, las ciudades griegas veían con temor su rápido ascenso. En Atenas, la reacción antimacedonia estaría personificada por Demóstenes, uno de los más significados oradores griegos, autor de las famosas Filípicas contra el macedonio.

 

Pronto, Filipo II comenzó a intervenir directamente en los asuntos griegos como “protector” de los lugares panhelénicos. Con la oposición de ciudades como Atenas y Tebas, la cuestión de su liderazgo se zanjó en la batalla de Queronea (338), donde se enfrentó a los ejércitos unidos de las dos ciudades; su victoria hizo evidente el poderío macedonio, al tiempo que significaba el “acta de defunción” del sistema de la polis. 

Al año siguiente, Filipo fundó y presidió la Liga de Corinto (donde estaban representadas todas las polis excepto Esparta), con el objeto de proceder a la reorganización del mundo griego y el de preparar la expedición contra Persia. El monarca macedonio se convertía en el líder máximo de la confederación griega (hegemón) y en su comandante militar supremo en caso de guerra dotado de plenos poderes (strategos autokrator).

De este modo, dominada Grecia, su siguiente objetivo era el Imperio Persa; pero Filipo murió asesinado en el 336 a. C. en Egas, la antigua capital macedonia, víctima de una intriga de corte.

Las esperanzas de sus oponentes como Demóstenes renacieron de nuevo, pero su sucesor en el trono macedonio iba a demostrar una envergadura política y militar todavía mayor. Un joven que abriría nuevos espacios y una nueva época: Alejandro III, el Grande.

Escudo. Estrella Argéada

Escudo. Estrella Argéada o también conocida como "Sol de Vegina", por haberse encontrado en las excavaciones de Vergina (Macedonia). Se cree que era el emblema de la dinastía Argéada, la cual gobernó el reino de Macedonia y a la que pertenecían tanto Filipo II como Alejandro III Magno.

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