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Mesopotamia > IMperio Nuevo asirio

Imperio Nuevo asirio o neoasirio (911-610 a. C.)

Los sucesores de Tiglat-Pileser I no tuvieron tus condiciones guerreras, por lo que los pueblos sometidos se rebelaron y algunos consiguieron independizarse, sobre todo Urartu y los arameos.

Esta expansión aramea tuvo lugar en esta época por Siria del norte, el valle del Éufrates y sobre todo por la Baja Mesopotamia, donde tribus arameas formaron el Imperio Caldeo o X Dinastía Babilonia, instalando su capital en la antigua ciudad del sur mesopotámico.

 

Asiria permaneció en esta época replegada en sí misma, tratando de sobrevivir. Bajo el reinado de Asur-dan II (934-912) parece cambiar la situación y este rey emprendió ya campañas fuera de sus fronteras. Comienza el renacer político de Asiria: el Imperio Nuevo, y su gran expansión, que empezará con Adad-Nirari II (911-891) llevando a cabo campañas contra los pueblos montañeses y arameos, y continuará con su hijo y sucesor Tukulti-Ninurta II (890-884).

 

Pero será con Assurnasipal II (883-859 a. C.)  con quien se inaugura una nueva época y se alcanzará el máximo histórico de crecimiento asirio. Este rey reanudará la política expansionista de sus predecesores con el fin de reconstruir el viejo imperio, sobre nuevas bases económicas, aprovechando la posición estratégica de Asiria en el eje de rutas comerciales que unían el Golfo Pérsico con el Mediterráneo.

Hijo y sucesor de Tukulti-Ninurta II realizó las mismas campañas que su padre, sometiendo también a tributo las diferentes regiones. La gran novedad respecto a su antecesor la encontramos en la crueldad que exhiben las tropas asirias con enemigos decapitados, empalados o desollados, poblaciones enteras quemadas, etc.. Con sus campañas militares sentó las bases de una organización imperial más extensa cuyo núcleo político y administrativo estaba situado en el llamado triángulo de Asiria, tierra comprendida entre el Tigris y unos de su afluente, el Zab.

 

Así, la construcción del Imperio fue tanto una obra política como militar, con un fuerte componente económico. Los países próximos fueron primero extorsionados por medio de campañas militares, con las que se obtenían cuantiosos tributos, para más tarde convertirse en territorios anexionados y sometidos a explotación sistemática. Ahora los reyes asirios actuaban bajo un nuevo tipo de guerra que asegurara el predominio del poder asirio y la consolidación de sus conquistas.

 

Assurnasipal II traslada la capital a Kalhu (actual Nimrud), sobre las ruinas de una ciudad anterior, fundada en el s. XIII a. C. por Salmanasar I, la cual se convertirá en una de las capitales asirias más espléndidas. La afluencia de riquezas, consecuencia de los numerosos botines conseguidos en las campañas militares, provocó el florecimiento del país. Es la época de apogeo de la escultura asiria. En Assur, Assurnasipal II construyó un palacio y reconstruyó los templos de los dioses principales: Sin y Samash. En Nínive reconstruyó los santuarios de lso dioses Assur e Ishtar.

     La decoración del Palacio Noroeste de Nimrud del soberano es uno de los primeros grandes ciclos de relieves de carácter épico-narrativo del arte neoasirio, donde vemos ensalzada la figura heroica del monarca con frisos narrativos continuos. El rey aparece como protagonista absoluto de las hazañas militares, que a la vez se complementa con una serie de epítetos (poderoso, enérgico, dominador,..), ensalzando las cualidades morales y físicas que son indispensables para el éxito de las acciones militares.

 

Asurnasirpal II, rey neoasirio

Podemos verlo en este relieve, tensando el arco y mimetizándose con su tropa, haciendo lo mismo que sus soldados. Pero la representación no solo sitúa al rey ante un vasto ejército que le corresponde, también crea un nuevo modelo heroico: el rey guerrero invencible. La figura del rey es convertida en el eje de todas las empresas victoriosas de su ejército, y ensalza su heroísmo con la repetición de los acontecimientos, representados por ejemplo en las paredes de la sala del trono B, como un eficaz medio propagandístico

Relieve de Asurnasirpal II,  procedente del Palacio Noroeste de Nimrud.

Sala del trono B, alabastro.

British Museum, Londres.

El segundo y definitivo fortalecimiento del poderío asirio corresponde a mediados del s. VIII a. C. Éste vendrá protagonizado por Tiglat-Pileser III (744-727 a. C.), quien probablemente subió al trono a raíz de una conjura palaciega. Este monarca dio nuevos bríos a la expansión militar asiria y consiguió romper una confederación de principados anatólicos, urarteos y sirios del norte. A la vez que extendía sus dominios, supo renovar y reorganizar el aparato administrativo y burocrático del imperio.

Durante su reinado el rey asirio sometió a casi todo el Próximo Oriente asiático, donde exigió tributo a todas las ciudades sometidas. Con respecto a Babilonia, se proclamó rey con el nombre de Pulu, con lo cual preservaba la autonomía babilónica pero la incorporaba a Asiria mediante una vinculación personal. Cuando murió dejaba un estado unificado desde el Golfo Pérsico hasta la frontera egipcia.

 

Pero el primer artífice de la nueva potencia asiria, Imperio Nuevo asirio (883-612 a. C.) fue su sucesor Salmanasar III (858-824 a. C.). El largo reinado de Salmanasar propició una importante expansión. Se conocen más de 30 campañas de Salmanasar en sus 32 años de reinado: Siria, Armenia, Urartu, Irán, Babilonia, …Todas las ciudades al oeste del Éufrates, excepto Damasco, reconocieron su autoridad y le debieron tributo.

 

Aunque la expansión había fortalecido la economía asiria incorporando regiones ganaderas y agrícolas a la tradicional economía comercial asiria de carácter urbano, el poder imperial asirio siguió basándose en un fuerte ejército y en la colaboración de un nutrido grupo de funcionarios, que constituían una auténtica aristocracia en torno al rey.

Poco antes de morir tuvo que soportar la rebelión de su hijo Assurnadin-apli en Nínive, aunque la sucesión se resolvió en favor de otro de sus hijos, Shamshi-Adad V, que gozaba del apoyo del rey babilonio.

 

Relieve del Palacio Suroeste de Tiglat-Pileser III (744-727 a. C.). alabastro. Bristish Museum. Londres

Tiglatpileser III muestra todos los aspectos y símbolos de la realeza asiria: barba larga, vara real, tiara trococónica y un paño que le cae sobre los hombros.

Tiglat-Pileser III, rey neoasirio

Su hijo y sucesor Salmanasar V (727-722 a. C.) tuvo que afrontar la resistencia de Tiro e Israel, pero no pudo evitar la secesión de Babilonia y el levantamiento de una parte de la aristocracia asiria, privada de sus tradicionales privilegios fiscales. Tan solo cinco años más tarde, Salmanasar V fue derrocado por Sargón II, quizá un miembro de la familia real, quien estableció el orden en el centro del imperio y redujo a las poblaciones sirio-palestinas de la periferia.

 

El Imperio asirio nunca tuvo una cohesión y solidez, y las alternativas de extensión y reducción de su territorio serán una de las características de la historia de la conquista asiria. Los asirios recurrían con preferencia a la fuerza bruta, destruyendo todo lo que no se podían llevar, imponiendo costosos tributos y realizando deportaciones en masa. Todo esto provocaba en los pueblos sometidos odios implacables que se traducían en frecuentes revueltas. La muerte de sus soberano era a menudo la señal de la dislocación de su imperio y su sucesor debía conquistarlo de nuevo. 

Las deportaciones en masa generaban una mezcla de razas, modos de vida y supresión de fronteras, que convierten a los asirios en lso grandes agentes del nivelamiento que permitirá, en lso siglos siguientes, el fácil esablecimiento de lsoo grandes imperios neobabilónico, persa, helenísticos y romano.

 

En ésta época se perfecciona el armamento, las técnicas de asedio y de gran importancia será el carro de guerra. Fue esta política la que permitió a Tiglat-Pileser III incorporar Babilonia a Asiria, formándose el Imperio Asirio-Babilonio. A su muerte, se hallaban unificadas bajo esta monarquía todas las tierras del Creciente Fértil.

Sargon II, rey neoasirio

Relieve con cabeza

de Sargón II (721-705 a. C.),

procedente del Palacio real

de Jorsabab. Museo Egiziano, Turín.

 

Esarhaddon

Sargón II y los Sargónidas 

 

Sargón II (721-705 a. C.) contribuyó a la creación de un vasto imperio que llegó hasta las costas de Chipre y las posesiones egipcias de Palestina, y acabó con las viejas disputas de Babilonia. Con este rey se inicia la dinastía asiria llamada de los Sargónidas. Pero el rey asirio fue aún más activo en la creación de un ambicioso programa urbanístico que incluía la fundación de una capital nueva, Dur Sharrukin (actual Jorsabad) “ciudad de Sargón”, con palacios y templos que ensalzaran las virtudes del rey.

Su política exterior no se aparta de la de sus predecesores. Tomó Samaria, la capital del reino de Israel (del norte), en 721 a. C., deportando a sus habitantes, mientras el reino del sur, Judá, permanecía fiel a Asiria. Derrotó a Karkemish y asentó asirios en Capadocia; hizo campañas contra Armenia, Urartu y los estados arameos del norte del Éufrates.

Pero en el último año de reinado, el rey asirio tuvo que sofocar la rebelión de Babilonia, que ayudada por Elam, preconizó la tendencia a las coaliciones entre “estados vasallos”, que caracterizaría las décadas siguientes. 
 

Así, tanto Senaquerib, como su hijo Esarhaddon intentaron por vía diplomática evitar enfrentamientos con las poblaciones periféricas sometidas, coaligadas contra ellos. Tras conseguir el apoyo de Siria, Fenicia, Chipre e Israel, las tropas asirias tomaron Menfis en 671 a. C. y derrocaron al faraón etíope Taharqa (dinastía XXV).

 

Senaquerib (704-681 a. C.), dedicó todos sus esfuerzos a la conquista de Babilonia, contra la que combatió hasta asediarla y destruirla. También trasladó la capital a Nínive, embelleciéndola con nuevas calles y el Palacio Inimitable o Suroeste, un gran complejo palaciego, denominado así porque se encuentra en la esquina suroccidental de la ciudadela de Nínive. 

 

Esarhaddon  (681-668 a. C.) subió al trono tras el asesinato de su padre a manos de una conjura palaciega. Este monarca reconstruyó Babilonia y devolvió sus posesiones a los babilonios y mandó reponer las estatuas que Senaquerib se había llevado a Asiria. En política exterior llevó expediciones a Arabia, conquistó Sidón, pero sobretodo intervino en Egipto, llegando a Menfis, donde venció a Taharqa, dinastía etíope que reinaba en el valle del Nilo.

 

Estela de Esarhaddon (680-669 a. C.)  Esarhaddon lleva todos los atributos de tradición asiria, tiara troncocónica, con maza y sítula en la mano derecha y vestido largo ceremonial con flecos. Los reyes vencidos que aparecen en la parte inferior son el de Sidón y Taharqa, faraón de Egipto, que se reconoce por la tiara de ureo. 
Las estelas se usaban para expresar el dominio sobre el país donde se erigía el monumento y para ostentar el poderío de la realeza asiria. En este caso recuerda la victoria del monarca sobre el faraón Taharqa en Menfis en el año 671 a. C. 

 

Assurbanipal (668-627 a. C.), heredó el trono de su padre Esarhaddon en el año 668 a. C. Rey conquistador llevó al Imperio a su máxima expansión. Egipto será incluido entre los dominios asirios, que se extendieron ahora hasta Nubia. Pero éste monarca también tenía una gran pasión intelectual, buena muestra de ello es la creación de una gran biblioteca en el Palacio de Nínive, donde se han hallado tabletas de arcilla con textos inscritos de historia, filosofía, medicina, astronomía, …

Assurbanipal fue el último soberano neoasirio que supo organizar y mantener unido el reino, a las puertas de una crisis inevitable. Logró reprimir las continuas rebeliones de Babilonia y se adentró en territorio elamita, donde saqueó y destruyó una de sus capitales (Susa).

Pero las constantes luchas habían ido desgastando el estado asirio, y al mismo tiempo tenían una buena colección de enemigos (egipcios, israelitas, medos, caldeos y elamitas) que hizo que acabara por caer. Al tiempo que Egipto deshizo el poder asirio en El Líbano, la alianza entre la Babilonia Caldea (rey Nabopolasar) y los medos (rey Ciáxares) hizo que conquistaran y destruyeran la capital del Imperio asirio, Nínive en el 612 a. C.

 

A partir de ese momento, Ciáxares consolidó al Imperio medo como la nueva potencia emergente del Oriente Próximo, reformando el ejército medo según el modelo asirio y babilónico.

 

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