Antiguas Civilizaciones
Mesopotamia > Periodo de Isin-Larsa
Tras el derrumbe del Imperio de Ur, el nuevo período, llamado Paleobabilónico, se inició con una época de convulsiones que supuso en Mesopotamia una discontinuidad con la anterior. La ruptura se manifestó, en el plano cultural con el predominio del elemento amorreo, enriquecido en su contacto con el acadio, en el económico con la desurbanización y despoblamiento de amplias zonas, y en el político con el despegue de las zonas periféricas, favorecido por la fragmentación y la debilidad del "país interno".
La denominación de esta época (2025-1763 a. C.) se debe a la hegemonía de estas dos ciudades tras la caída de la III Dinastía de Ur derrocada por el ataque combinado de elamitas y amorreos.
Este período está caracterizado por el resurgimiento de la ciudad-estado que de nuevo recupera su independencia y su poder frente al anterior estado centralizado, pasando a ser gobernada por diversas dinastías, lo que abrirá una etapa de conflictos derivados de la lucha que mantuvieron algunas de ellas por obtener la hegemonía y controlar el centro y sur de Mesopotamia. El protagonismo lo desempeñaron en un primer momento centros como Isin y Larsa, para ser substituido por Babilonia. Algunos autores han denominado a este periodo “época de los reinos combatientes”.
El final del Imperio de la III Dinastía de Ur vino fundamentalmente por causas internas: excesiva explotación de los territorios, excesiva concentración de la población en las ciudades, inmovilización de la riqueza en forma de construcciones suntuarias y bienes de prestigio, esclerotización del aparato administrativo. Los factores externos, la presión y las invasiones de los nómadas, no habían sino agudizar la situación provocando el colapso final.
Período de Isin-Larsa (2025 - 1763 a. C.)
Poco antes del año 2000 a. de C., Khutram−Temti de Shimashki derrota a Ibbi-sin, último representante de la III Dinastía de Ur. Ésta, sin embargo, ya venía siendo minada desde hacía tiempo con el acoso de los martu o amorreos, un belicoso grupo de pastores seminómadas que consiguen resquebrajar la unidad imperial aliados con los elamitas.
La aparición en escena de los amorreos supone, además del cambio dinástico, un gran cambio de tipo cultural: la ocupación del norte de Mesopotamia produce un desplazamiento de lo acadio hacia el sur, favorecido por el declive sumerio. La lengua sumeria desaparece definitivamente y se convierte en una lengua vehicular de cultura.
Esta etapa estará marcada por el fraccionamiento del Imperio, produciéndose enfrentamientos interurbanos entre las diferentes ciudades, cada una de las cuales trata de restablecer el antiguo orden imperial imponiéndose sobre las demás. Alianzas, éxitos y fracasos militares harán y desharán reinos gobernados por amorritas.
Dos ciudades, Isin y Larsa, serán las que consigan el predominio, la primera en el s. XX y la segunda en el s. XXI, aunque quedarán ciudades que conserven una amplia autonomía como Eshnunna, Der, Lagash,..
Cuando Larsa arrebate la primacía a Isin, ésta reaccionará y se creará una tensión entre ambas ciudades en la cual ninguna consigue imponerse sobre la otra con su propia potencia, teniéndose que contratar mercenarios a los que se recompensa con territorios. Esto, unido a un nuevo sistema hereditario de reparto entre todos los hijos varones y a la aparición del arrendamiento y de la mano de obra asalariada, repercute negativamente en las propiedades familiares y a la propia estructura de la familia (nuclear, frente al sistema clásico de solidaridad tribal) y de la sociedad. Todo ello es expresión de una crisis que concluye cuando, hacia 1761, Hammurabi de Babilonia derrote al último rey de Larsa, Rim−Sin, y comience así una nueva etapa en la Historia de Mesopotamia.
Predominio de Isin (s.XX)
En la Baja Mesopotamia, Ishbi-Erra, un funcionario del rey de Ur, había proclamado su independencia de Isin. El poder de Ibbi-Sin, todavía rey de Ur, se redujo entonces a la capital del desmembrado imperio. Finalmente habrían de ser los elamitas quienes destruyeran la antigua y poderosa ciudad de Ur.
Ishbi-Erra (2017-1985 a. C.), queda como soberano de Mesopotamia. La extensión de su reinado fue Isin, Ur y Nippur, además de controlar la ruta comercial de Tilmun. Ishbi-Erra y su dinastía elevan a Isin a la categoría de reino principal dentro de la fragmentación política, titulándose reyes de Ur.
La hegemonía de Isín se prolonga durante seis décadas, en las que reinan cuatro sucesores de Ishbi-Erra, pero hacia 1924 a. C. desaparece la dinastía con Lipit-Ishtar, compilador de un afamado código de leyes de corte sumerio.
Predominio de Larsa (s.XIX)
A partir de entonces Isin irá perdiendo gran parte de su territorio en favor de Larsa. Esta ciudad experimentó desde el reinado de Gungunum (1932-1906), fundador de la hegemonía de esta ciudad, una expansión ascendente que le llevó a apoderarse de la mitad de la baja Mesopotamia y a convertirse bajo el reinado de Sumu-El (1894-1866) en la fuerza hegemónica del viejo territorio sumerio-acadio.
Así, el s. XIX va estar caracterizado por la hegemonía de Larsa, donde reinan nueve monarcas tras Gungunum (hasta 1763 a. C.), sin embargo, muchas ciudades conservan su independencia y, además, la contestación de Isín a la supremacía de Larsa es una realidad indiscutible. En cualquier caso, lo que se deduce de la prolongada rivalidad es que ninguna ciudad tiene la capacidad de restaurar el poder imperial.
Durante el reinado de Rim-Sin (1822-1763 a. C.), último monarca de Larsa, la ciudad alcanzó su máximo esplendor. Durante su reinado venció a una coalición de Uruk e Isín, conquistó Der, Uruk y Isín. La conquista de Isín puso bajo su control todo el país de Sumer.
Durante este período se llevan a cabo, además, ambiciosas obras de construcción de templos y canales para favorecer la actividad agrícola, y se favoreció el arte y la literatura; en la segunda mitad del reinado de Rim−Sîn, sin embargo, se asiste al ascenso como potencia de Babilonia, que bajo el mando de Hammurabi conquista las ciudades de Isin y Uruk y consigue así subordinar políticamente a Larsa, que nunca conseguirá recuperar el poder perdido.
Durante el II milenio a. C. los nuevos centros de poder se configurarán en torno a ciudades de ubicación estratégica como Babilionia, Assur o Hattusas, en Anatolia, y Tebas en Egipto. Babilonios, asirios, hititas y egipcios se repartirán el poder político y económico del Próximo Oriente durante casi todo el período. Pero a la sombra de estos grandes imperios surgirán nuevos pueblos y nuevas áreas de civilización: amorreos, hurritas, hicsos, arameos, Pueblos del Mar,... que provocarán cambios geopolíticos importantes al cierre del milenio.