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Período Paleobabilónico (1894 - 1595 a. C.)
Este período comprende desde la caída de la III Dinastía de Ur hasta el final de la I dinastía de Babilonia. En esta etapa se produjeron constantes luchas entre diferentes ciudades-estado, deseosas de erigirse en herederas del pasado sumerio, y tuvo lugar la instauración de una primera dinastía amorita, célebre por su rey Hammurabi, verdadero forjador del imperio.
Durante el período inicial, la nueva dinastía está sometida a una situación secundaria en el teatro político de Mesopotamia, dominado por la rivalidad entre Isín y Larsa en el sur y por Asiria en el norte.
Pero con Hammurabi (1792-1750 a. C.), sexto monarca de la I dinastía, Babilonia se convierte en la indiscutible potencia del Próximo Oriente antiguo.
En 1792 a. C. Hammurabi llega al trono de la hasta entonces poco importante ciudad de Babilonia, a partir de la cual comenzará una política de expansión; en primer lugar se liberó de la tutela de Ur para, en 1786, enfrentarse al vecino rey de Larsa, Rim-Sin, arrebatándole Isín y Uruk; con la ayuda de Mari, en 1762 venció a una coalición de ciudades de la ribera del Tigris, para, un año después, conquistar la ciudad de Larsa. Tras esto se autoproclamó como rey de Sumer y Acad, título que había surgido en tiempos de Sargón de Acad, y que se había venido utilizando por los monarcas que conseguían el dominio de toda la región de Mesopotamia. Tras un nuevo enfrentamiento con una nueva coalición de ciudades conquistó Mari, tras lo cual, en 1753, completó su expansión con la anexión de Asiria y Eshnunna, al norte de Mesopotamia.
Hammurabi contó con grandes dotes administrativas, políticas y diplomáticas.
Una combinación de astucia y habilidad le permitió salir airoso del vaivén político de las coaliciones.
Al mismo tiempo, una burocracia compleja, un idioma oficial (lengua acadia) y una religión (la del dios Marduk), completada con un amplio programa de construcción de templos, junto con la promulgación de unas leyes comunes, (Código de Hammurabi, grabado sobre una estela de piedra), hicieron de Babilonia un imperio.
Cabeza de estatuilla, posiblemente de Hammurabi ( 1792-1750 a. C.), forjador del Imperio babilonio, y sexto rey de la I Dinastía de Babilonia.
(Louvre, París)
El Código de Hammurabi
La preocupación por asentar las bases de su imperio dentro de aquel mosaico de ciudades-estado y reinos unificados por la fuerza, al margen de cualquier sentimiento nacional, le inspiró la redacción de su famoso Código, que unificaba por primera vez las distintas legislaciones que había en Mesopotamia. Se obtenía así una homogeneidad jurídica para todas las tierras del Imperio que no había existido antes.
Las leyes aparecen labradas en 49 columnas sobre una estela de basalto de 2,25 metros de altura.
Estela del
Código de Hammurabi
procedente de Susa,
diorita.
(Louvre, París)
El relieve que corona la estela trata la representación de la ceremonia de investidura en la que el monarca, en pie, recibe de la divinidad, sentada en su trono, las insignias de la realeza mesopotámica, es decir, un anillo y un bastón.
Debajo del relieve se encuentra la gran inscripción en acadio (en dialecto paleobabilónico) escrita con signos cuneiformes, que ocupa el resto de la estela.
El texto babilonio del Código se divide en tres partes: prólogo (5 columnas), leyes o prescripciones (41 columnas) y epílogo (5 columnas). En el prólogo se narra la investidura del rey, la creación de su imperio y sus logros para asegurar el bienestar de sus súbditos. En la parte de las leyes, el Código cubre el Derecho Penal, Civil y Administrativo. En él, los artículos están reagrupados en grandes bloques temáticos (robo, vivienda, comercio, deudas, familia…). El bloque consagrado a la familia es el más importante (con 67 artículos), pues la sociedad babilónica estaba cimentada sobre el núcleo familiar.
Hay un aumento del rigor con respecto a la ley sumeria. El individuo y la vida humana carecen de valor frente a la necesidad de orden del Estado. Incluye la esclavitud por deudas, en lugar de la servidumbre del derecho sumerio. Protege la propiedad privada y el clero carece de propiedades.
En las penas se distingue si hay intencionalidad o no, y cual es la “categoría de la víctima y la del agresor”. Así la pena es mayor si se ha hecho adrede y menor si ha sido un accidente; mayor si la víctima es un hombre libre y menor si es un esclavo.
La mayoría de las penas que aparecen en el código son pecuniarias (multas), aunque también existe pena de mutilación e incluso pena de muerte. En algunos casos la ley opta por aplicar talión, es decir, hacer al agresor lo mismo que él hizo a la víctima siempre que ambos sean de la misma “categoría”.
En el código de Hammurabi aparecen tres categorías de hombres: los libres (awilum), los esclavos (wardum) y una categoría intermedia llamada “mushkenum”, que podrían ser siervos.
El Imperio de Hammurabi, que significó un reforzamiento del poder y la capacidad de intervención del Estado frente a la tendencia individualista del momento, fue eficaz en eliminar definitivamente la iniciativa política de las diversas ciudades-estado, que a partir de entonces se convirtieron en capitales de distritos, sedes administrativas de rango provincial, en un país políticamente unitario, Babilonia, heredero del viejo Sumer y Akkad.
Pero la unificación de Mesopotamia lograda por Hammurabi fue efímera. Su imperio tenía la misma extensión que el “país interno” que había sido gobernado siglos atrás por los monarcas de Ur durante el renacimiento. Asiria y Elam escapaban a su control y en el sur, Larsa comenzó a mostrar signos de independencia, al igual que en Eshnunna. Ur, Uruk e Isin se sumaron a la revuelta. Finalmente el extremo meridional se separó bajo una nueva dinastía fundada por Iluma-ilum, con lo que Babilonia perdía el acceso a la costa. Aquel territorio, independiente a partir de entonces, pasó a denominarse “País del Mar”.
Su sucesor, Samsu-iluna (1749-1712 a. C.) hubo de frenar una incursión elamita, además aparece una nueva amenaza; las tribus montañesas kasitas procedentes del Zagros. Originarias de las montañas iranias, avanzaron siguiendo el valle del Diyala, y aunque fueron rechazadas, consiguieron infiltrarse en la llanura.
Las condiciones empeoraron para luego estabilizarse bajo el reinado de Abi-eshukh (1711-1648 a. C.) , que volvió a combatir a los kasitas y no pudo impedir que se establecieran en Hana.
Aunque las fronteras permanecían estables, en el interior la situación se estaba degradando. El país se encontraba empobrecido y en este momento, el nuevo monarca Ammni-ditana (1683-1647) tuvo que decretar una nueva cancelación de deudas y nuevas exenciones de impuestos.
Los cinco monarcas que sucedieron a Hammurabi no mantuvieron el control sobre todas las regiones conquistadas por él. Solo gobernaron sobre un reino mermado y en descomposición. Nuevos ataques kasitas, sublevación interna de las ciudades, una nueva dinastía en el área del Golfo, la de los reyes del "País del Mar" y la célebre marcha en el año 1595 a. C. del rey hitita Murshili I que invadió Babilonia, llevándose consigo la estatua de Marduk, dios protector de la ciudad, acabaron con el primer imperio hegemónico mesopotámico.
El sueño de Hammurabi había llegado a su fin y Babilonia entraba en otra etapa de su historia. El vacío de poder resultante fue aprovechado por los kasitas, un pueblo que instauró la dinastía kasita en la ciudad durante más de 400 años.