Antiguas Civilizaciones
Egipto
Egipto, flanqueado por vastas extensiones de desierto al este y el oeste, es una estrecha franja de tierra muy fértil , dependiente de los depósitos de limo dejados por cada inundación anual del Nilo.
Ya los primeros cazadores-recolectores aprovecharon esa riqueza: se han hallado restos de asentamientos agrícolas que se remontan hasta el año 5500 a. C. a lo largo de los siguientes 2500 años, los pueblos de la zona aprendieron a explotar sus recursos naturales, y desarrollaron contactos comerciales por toda la región.
Egipto está situado al nordeste del continente africano, y cuenta con unas impresionantes fronteras naturales: La costa mediterránea al norte, la primera catarata del Nilo, no navegable, al sur (en Asuán), y amplias extensiones de desierto al este y al oeste.
El Valle del Nilo posee una anchura variable. En algunas zonas de Egipto, los acantilados del desierto caen casi en vertical sobre el río, y en otras hay una considerable extensión de tierra fértil en sus orillas. Con la crecida anual del Nilo, el valle se convertía en un terreno inundable, y nuevas capas de limo fértil se depositaban en él.
El delta: esta zona fértil era conocida por sus tierras pantanosas, sus pastos para el ganado y sus viñedos.
Uadi Hammamat: el desierto oriental se halla entrecruzado por “uadis”, o lechos fluviales secos. El Uadi Hammamat es la ruta más corta desde el valle del Nilo hasta el Mar Rojo, por lo que los antiguos egipcios lo utilizaban como ruta comercial, y extraían de él diversas rocas y también oro.
La primera catarata de Asuán es la más septentrional de las seis existentes entre la frontera meridional del Egipto faraónico y Jartum, en Sudán. Es un área de rápidos, no navegable en este tramo.
El Fayum es una gran depresión fértil de unos 60 Km., situada en el desierto occidental. El agua llega del valle del Nilo a través del Bahr Yussef y desemboca en el lago Qarun. La expansión y explotación de esta extensión de tierra cultivable tuvo un gran rendimiento durante la XII Dinastía y en los períodos ptolemaico y romano.
El Sinaí, al norte del mar Rojo, se sitúa entre Egipto y Palestina. Los antiguos egipcios explotaron esta zona por sus reservas de cobre y turquesas. También era una ruta terrestre hacia el Levante mediterráneo.
La civilización a la que llamamos “Antiguo Egipto” – y su historia faraónica – floreció a partir del momento en que emergió un estado bajo un único gobernante, en torno a 3100 a. C. y se extendió hasta 332 a. C., cuando la invasión de Egipto por parte de Alejandro Magno trajo consigo el comienzo del período grecorromano.
La primera división de la era faraónica en 31 dinastías fue obra de Manetón, sacerdote del período ptolemaico que vivió en el s. III a. C. y uno de los primeros historiadores del país. A partir de sus obras, los egiptólogos han agrupado esas dinastías y las han dividido en reinos (etapas de estabilidad, fortaleza y prosperidad) y períodos intermedios, con gobiernos fragmentados e inestables. Al mismo tiempo, Egipto conoció tres capitales e imperios. La sede del Imperio Antiguo fue Menfis, la del Imperio Medio, Tebas y la del Imperio Nuevo, Sais y las ciudades del delta.
Se ha añadido a estas dinastías la Dinastía 0, para incluir a los primeros reyes.
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Primer Período Intermedio (finales dinastía VI – dinastía XI) 2180-1991
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Segundo Período Intermedio- Dominio de los hicsos (1650-1550)