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La civilización sumeria

El jefe de la ciudad

 

En Súmer, la ciudad-estado está caracterizada por el territorio que pertenece a un templo o un palacio, administrado por una élite que controla todos los resortes del poder en un régimen verdaderamente teocrático. Cada una de las ciudades está gobernada por una dinastía local, cuya titularidad varía de una ciudad a otra.

 

El en fue el jefe de la comunidad urbana, en cuanto representante de la divinidad. Este personaje sería el responsable de la organización religiosa del primitivo sistema tribal anterior al nacimiento de la ciudad, teniendo a su cargo además las funciones específicas de construcción y reparación de los templos y la organización de las ceremonias de culto. También planificaría el sistema hidráulico, para la explotación de la tierra y sería el responsable de la defensa del temen o recinto sagrado de la ciudad.
 

El título de “lugal” (hombre grande), traducido más tarde como rey, fueron conocidos juntos desde el Dinástico Arcaico. Probablemente, el lugal (un líder guerrero en sus orígenes) habría poseído la más alta autoridad civil, concedida de modo temporal para hacer frente a situaciones excepcionales. Pero la propia marcha de los acontecimientos y la personalidad de quienes ejercieron tal autoridad, acabaría por convertirlo en permanente.
Se conoció una tercera titularidad, la de ensi, de menor importancia. El título de ensi, traducido como príncipe, se aplicó primero a pequeños soberanos independientes o a príncipes subordinados a otra ciudad-estado, para pasar a equivaler a gobernador en época neosumeria.

El poder del jefe de la ciudad, fuese en, lugal o ensi se transmitió, a partir del Dinástico Arcaico III, por vía hereditaria o parentesco político.

 

Así, los término empleados son en "gran sacerdote", ensi "agente de dios" y lugal "rey"., que ponen de manifiesto diferencias ideológicas y políticas. El primero subraya el origen y continuidad del poder real del ámbito templario en el que encontró su primera formulación; el segundo refleja el papel fiduciario del dinasta con respecto al dios de la ciudad; el tercero destaca los valores humanos, como novedad surgida en el protodinástico.



Templo y palacio



Las dos principales instituciones mesopotámicas eran el templo y el palacio. El equilibrio de poder entre el palacio y el templo varió según los momentos históricos, con una tendencia hacia un mayor poder del primero durante los reinados de los últimos monarcas asirios y babilonios. Sin embargo, debido a la necesidad del rey de recibir el apoyo del dios de la ciudad, en la práctica siempre se mantuvo una estrecha relación entre ambas instituciones. 



La sociedad mesopotámica primitiva se hallaba fuertemente centralizada, y como se entendía que la ciudad-estado era el feudo del dios local, el templo ejercía un gran control sobre la vida económica de los ciudadanos. La realización de ofrendas regulares al templo era una demostración de que se formaba parte de la sociedad, y por lo tanto se podía disfrutar de los derechos asociados a ella. También generaba excedentes que el templo distribuía entre su propio personal y aquellos que controlaban la burocracia estatal.



Las funciones religiosas, civiles y militares de los enclaves urbanos sumerios se controlaron desde dos organismos distintos, el templo (e-gal-makh) y el palacio (e-gal), funciones asumidas en sus orígenes por un único personaje (el en). El cargo de en, se refugiaría en la ciudad de Nippur, la santa sede de Enlil, única divinidad capaz de dotar la investidura real a los hombres.

El palacio se estructuró poco después del templo. En las pequeñas comunidades y ante la dificultad que tendrían los consejos de ancianos (abba) y sus asambleas de guerreros (ukkin) para hacer frente a las múltiples formas de relación social que se iban generando, y para vigilar sus intereses económicos, surgiría la necesidad de que alguien asumiese el poder de tales asambleas.
Así aparece la institución del lugal, que en un primer momento sería elegido por la asamblea, solo para hacer frente a situaciones excepcionales (conflictos armados, calamidades sociales,…) y durante un tiempo limitado. Sin embargo, en cuanto los poblados evolucionaron a ciudades-estado y sus necesidades se hicieron más complejas, la propia mecánica social (o la ambición personal del elegido) obligó a que el lugal fuese necesario de modo continuo.



El palacio aparece como una entidad similar al templo, con la particularidad de controlar contingentes militares ya organizados, que la ciudad precisaba para defenderse de vecinos y enemigos. Sus responsables (lugal o ensi), asumen sus propias funciones políticas, a las que añaden las religiosas, al ir usurpando el papel que correspondía al en. 

El lugal vivía en el palacio, y hacía descansar su poder no solo en su nombramiento por la asamblea o su designación por la divinidad, según las épocas, sino también por una guardia palaciega, de hecho un ejército permanente.

La propiedad de la tierra 



En Sumer, la tierra estaba dividida en tierras cultivables y de pastoreo:

    A)Tierras cultivables:

-¼ parte de la propiedad del señor (En) servía para las necesidades del templo.

-Los ¾ restantes se dividían en: a) campos de subsistencia: para mantenimiento personal; y b) campos de cultivo: dados en arriendo. Gravados con 1/7 ó 1/8 de la cosecha como pago.

    B)Tierras de pastoreo:

El rey era a la vez sacerdote, juez supremo, jefe del Ejército y administrador del dios.

 

Las relaciones eran complicadas entre el Palacio y el Templo. Estos tenían exenciones de impuestos, lo que aumentaba sus riquezas y oponía a menudo a los sacerdotes al poder real cuando se separaron las funciones Rey-Sacerdote.

 




La segunda clase social (mashda) estuvo formada por aquellas personas que se veían obligadas a acudir a la llamada del lugal sin poderse sustraer de la misma. Eran shub-lugala (sometidos al rey), es decir, semilibres.
En esta clase hay que incluir  a los lu-khun-ga, obreros o jornaleros que se alquilaban en régimen de dependencia mientras durase su trabajo.

 

​La última clase social la formaban los esclavos (sag-ir-nam-arad), que desempeñaban los mismos trabajos que los libres. Solían llevar unas señales que delataban su condición, sobre todo para ser reconocidos en caso de huida. Este grupo social era dividido en dos subclases, de acuerdo con su origen. La primera era la de los condenados a la esclavitud por disposición judicial (deudor insolvente) o por haber vendido sus servicios (autoventa personal) o haber sido vendidos siendo niños. La segunda fue la de los namra o prisioneros de guerra, básicamente de origen extranjero.
Los primeros, al ser sumerios de nacimiento, gozaron de personalidad jurídica y fueron empleados en tareas domésticas y agrícolas o fueron alquilados a terceros. Los namra, sin estatuto jurídico por ser extranjeros, pasaron a trabajar en los talleres, en las granjas estatales y en las obras públicas o fueron enrolados en la milicia como tropas de guarnición o de choque.

La sociedad

En los primeros momentos, dada la economía de subsistencia de las ciudades-estado, la gran masa de la población sumeria y semita, estructurada en familias patriarcales, aparece muy diluida bajo el control de los en, lugal y ensi respectivos, empleada en infinidad de trabajos que giraban en torno a la agricultura, ganadería y artesanales.



Existen tres grandes capas sociales: libres, semilibres y esclavos.


Los hombres libres (lu=hombre) pertenecieron los dirigentes, los sacerdotes y los funcionarios, que ocupaban la cúspide de la pirámide social, así como una gran masa de trabajadores, designada con el término general de gurush.
Entre los gurush, en principio personas libres, hay que incluir a los erin, un-il y dumu-gi, cuya situación social es difícil de determinar. Estos tres últimos vocablos se aplicaban al sumerio, cuando se le reclutaba para trabajos públicos (caminos, canales, edificios) o para el servicio militar. 

 

 

Escritura cuneiforme

Tablilla de arcilla

con escritura cuneiforme.

British Museum

Escritura

La escritura sumeria tuvo su origen en las exigencias propias de la economía y administración públicas. A este fin, originalmente se usaron imágenes que mostraban mercancías y cantidades, pero un par de siglos después los símbolos fueron capaces de representar objetos primero y sonidos después.

El primer sistema mesopotámico de escritura utilizaba pictogramas similares al sistema egipcio de los jeroglíficos, con una imagen para cada palabra o idea. Esa escritura se conoce como Uruk IV, debido a la zona del sur del país donde se halló, y se remonta al 3000 a. C. aprox. 


Desde el 2500 a.C., el sistema de escritura pasó de los pictogramas a la representación simbólica de las palabras mediante símbolos con forma de cuña marcados en la arcilla con el extremo de un cáñamo recortado o un punzón. Esta escritura cuneiforme era un sistema que no solo era capaz de transmitir palabras independientes, sino también valores fonéticos. Es decir, las formas podían representar sonidos a la vez que palabras. Con el tiempo, los signos cuneiformes se simplificaron y homogeneizaron.

Las tablillas de arcilla eran el material más común para los documentos, y para aplicar esta escritura cuneiforme. 

Se supone que la falange, mandada por capitanes (un-ban-da), estaría dividida en subunidades, siendo la menor la de diez infantes, controlada por el ugula-nam 10 (Jefe de los 10) y que, agrupadas, a su vez, en otras unidades (ente 6 y 10) estarían mandadas por un nu-banda.
Complemento importante de la infantería eran las tropas de carro, vehículos arrastrados no por caballos (que no fueron conocidos en Sumer), sino por onagros en número de dos o cuatro. Estaba ocupado por dos personas: el conductor y un guerrero, armado con jabalinas y hacha.

 

Durante la época acadia, se asistió a profundos cambios tanto estratégicos como tácticos del ejército. El uso del carro cesó por completo por su falta de operatividad. La falange anterior fue sustituida por un aguerrido cuerpo de infantes, armados con arcos compuestos, arma potente que evitaba el choque frontal en los primeros momentos del combate.

El ejército



Un componente social cada vez de mayor importancia fue el ejército (erin-ni) que se había organizado ya desde la época Dinástica Arcaica, dadas las constantes luchas entre las ciudades vecinas, y las expediciones en búsqueda de materias primas.
El primitivo ejército sumerio constaba de un cuerpo de infantería pesada, armado con una larga lanza y un hacha de combate de cobre o de bronce, atada a la cintura. El soldado usaba para protegerse cascos de cuero y también metálicos y capas de cuero con discos cosidos que llegaban hasta los muslos, así como grandes escudos rectangulares reforzados con umbos metálicos.

La infantería se organizaba en falanges de 500-700 hombres, completada, a veces, con otras tropas ligeras, armadas con mazas o hondas. Estas tropas auxiliares (illat), además de su función de choque, servían también para proteger los flancos de la infantería.



Religión

Mesopotamia siempre fue politeísta, aunque la importancia relativa de los dioses que se adoraban fue variando con el tiempo y se produjo una cierta mezcla de atributos divinos. Las primeras deidades se hallaban relacionadas con la fertilidad y la naturaleza, dado que la subsistencia dependía de lo que produjera la tierra. Posteriormente, las divinidades astrales cobraron mayor importancia.


Cada ciudad contaba con su propio dios, que habitaba en el templo y era responsabilidad ciudadana el servicio. El calendario de festividades y presentación de ofrendas al lugar sagrado estructuraba y organizaba la vida mesopotámica, así como la función del templo como terrateniente y administrador.



Dioses: El panteón mesopotámico estaba organizado como una gran familia de dioses donde cada uno de sus miembros tenía unas atribuciones especiales. Todos ellos cumplían un papel más o menos destacado en los mitos, en los que mostraban sus virtudes y defectos al igual que los seres humanos.

 

Inanna. Diosa sumeria del amor

Los dioses más importantes eran los siguientes:


• Anu: durante la época más antigua fue el dios principal. Es el dios del cielo.
• Enlil: es hijo de Anu. Portaba la "tablilla de los destinos" con la que controlaba el futuro de todos los seres. Terminó sustituyendo a su padre como rey de los dioses. Dios del viento. Era el dios bueno por excelencia. Divinidad nacional sumeria.
• Ea (o Enki): es el
dios del conocimiento mágico, que controlaba el agua dulce, tan importante para la agricultura en Mesopotamia. También se encargaba de enseñar a la humanidad los diferentes oficios. Dios del agua, la sabiduría y la magia.
• Marduk: hijo de Ea. Era el dios principal de Babilonia. Se convirtió en
rey de los dioses a partir del Imperio Babilónico.
Inanna (en acadio Ishtar):
diosa de la fertilidad y del amor, se asociaba particularmente a la ciudad de Uruk. Solía ser representada a lomos de su animal sagrado, el león, y ya en el II milenio a. C. su culto se extendió  en toda Asia occidental, convirtiéndose en la diosa más popular del panteón mesopotámico.
• Nabú:
dios de la sabiduría, era hijo de Marduk. Patrón de los escribas, su popularidad creció en el I milenio a. C. y llegó a rivalizar con el propio Marduk.
• Shamash:
dios del sol y la justicia, es la tercera divinidad astral (Sin es dios de la luna e Ishtar diosa de Venus), cuyo centro de culto estuvo en Sippar. A menudo se le representa con una vara y un anillo, o como un disco del que salen rayos de fuego.
• Nanna (en acadio Sin):
dios de la luna, hijo de Enlil y padre de Shamash y de Ishtar, y se representaba mediante una luna creciente.
• Adad:
dios del clima. Su símbolo era un rayo ahorquillado, y su animal emblemático el toro. Adad fue una divinidad importante para los asirios y otros pueblos semíticos de Occidente.



Había también dos grandes grupos de dioses: los Anunnaki, dioses de la tierra y el cielo, y los Igigi, dioses de los infiernos. La transmisión de las ideas religiosas era obra del Dubsar, escriba que copiaba y transmitía los textos religiosos, y del Nar, trovador ambulante que los narraba.



Hubo culto a los demonios buenos y malos.

 

Demonios y protectores: Independientemente de la religión oficial, los mesopotámicos tenían consciencia de los peligros de la vida cotidiana como para desarrollar una serie de rituales de protección.
Se encontraba muy extendida la creencia en los demonios como personificaciones de acontecimientos tales como el mal tiempo o las enfermedades, y era frecuente el uso de conjuros y rituales mágicos, así como la utilización de talismanes de protección o estatuas. Se han hallado textos que enumeran el significado de los rituales de adivinación, sobre todo de la hieroscopia (el examen de las entrañas de animales), o acerca de fenómenos naturales. Para ellos era un proceso científico y no mágico, de acuerdo con el enfoque religioso de la época, de manera que el estudio de los cuerpos celestes con fines adivinatorios condujo a la formación de un corpus considerable de saberes astronómicos.

Inanna. Diosa de la fertilidad y el amor en la mitología sumeria. Con la llegada de los acadios Inanna se sincretiza con la diosa Ishtar. 

Amuleto del demonio Pazuzu

Demonio del viento oeste: Figura de bronce que representa el demonio del viento Pazuzu, que solía aparecer con una cara grotesca, cuatro alas, patas de ave, patas delanteras de animal y cola de escorpión. Aunque rey de los demonios del mal, pazuzu e consideraba benévolo. Se colgaba de las casas como talismán protector, porque el viento del sudoeste, proveniente de Arabia, era seco y caliente, y muy desastroso para los cultivos del sur de Mesopotamia. La inscripción que lleva a la espalda incluye una fórmula mágica para romper las alas del viento del oeste, de forma que el demonio quede impotente ante el dueño del talismán

Hombre con cabeza de águila

Hombre con cabeza de águila: las criaturas compuestas son frecuentes en los relieves del norte y sur de Mesopotamia. Ya fueran hombres con cabeza de águila, leones alados con cabezas humanas, hombres-escorpión o cabras-pez, la imaginación mesopotámica producía multitud de seres extraños y a menudo amenazadores, y se han encontrado numerosos conjuros protectores que exorcizan a estos invasores del otro mundo

Estatuillas votivas mesopotámicas

Estatuillas: estas estatuas, halladas en Eshnunna, procedentes del templo del dios Abu, representan a devotos y se colocaban en los templos para orar perpetuamente por la vida del donante. Las manos enlazadas eran probablemente un gesto de reverencia y oración.

El fin de la estatuaria mesopotámica es crear una comunicación privilegiada con la divinidad mediante un códice figurativo que conecta la estatua con el dios. 

Mundo funerario



Al comienzo del período la jerarquía social se manifiesta por la localización de las tumbas y por su estructura arquitectónica. En la necrópolis de Kheit Qasim situada en Diyala y fechada en el Dinástico Arcaico I, el cementerio está lejos de la ciudad y las tumbas son fosas cubiertas por una bóveda de ladrillos, organizadas en líneas paralelas. Los ajuares constan de cerámica, joyas y armas de cobre. En el cementerio de Khafaya, las tumbas se localizan en el interior del hábitat y cuando los individuos son importantes se inhuman bajo su casa. 

Las tumbas reales de Ur son las más famosas de la historia de Mesopotamia. Se descubrieron 1800 tumbas y están fechadas en el Dinástico Arcaico III. La estructura arquitectónica son estancias abovedadas a las que se accede por una rampa. En ésta rampa de acceso hay numerosos restos humanos que corresponden a artesanos, soldados y sirvientes, junto con carros tirados por bueyes que debieron ser sacrificados. En las cámaras funerarias se encontraron espléndidos ajuares, como instrumentos musicales, armas y joyas, y en la tumba 779 el estandarte de Ur, cuyas representaciones son un valioso testimonio de la vida sumeria. 



Estandarte de Ur. Lado (A)

Lado (A) del Estandarte de Ur 

Estandarte de Ur. Lado (B)

Lado (B) del Estandarte de Ur 

El Estandarte de Ur está realizado en madera con incrustaciones de lapislazuli y nácar, con la técnica de la taracea. En uno de los lados (A), aparecen hombres cargados con un botín de guerra: asnos, ovejas y bueyes conducidos por pastores y un hombre con un pez en la mano. En la banda superior se desarrolla la celebración de un banquete, con un personaje que representa al rey, de mayor tamaño, mirando a un grupo de cortesanos sentados. al fondo un sirviente toca la lira. 

El lado opuesto (B) está consagrado a la narración de una batalla dispuesta en tres registros: inferior, aparecen los carros sumerios tirados por cuatro onagros que pasan por encima de los enemigos, en medio, la infantería y superior, los prisioneros son conducidos ante el soberano situado en el centro y de mayor tamaño.

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